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miércoles, 23 de noviembre de 2011

de dónde viene la palabra gilipollas



UNA  LECCIÓN DE  HISTORIA Y DE LINGÜÍSTICA

En  Madrid hay una calle llamada de Gil Imón,  haciendo de travesaño entre 

el Paseo Imperial y  la Ronda de Segovia, para más señas. 
Es una  calle dedicada al que fue alcalde 
de la capital, D. Gil Imón, en los tiempos en que el duque de  Osuna organizaba 
sus célebres bailes, a los que acudía la alta sociedad, para poner en el escaparate 
familiar a jovencitas de la buena  cuna, como oferta casadera. 
A las damitas de  entonces se les aplicaba el apelativo de  "pollas", 
que en el Diccionario de la Real  Academia Española (DRAE) llevan, 
como sexta  acepción, figurada y familiarmente, el  significado de jovencitas, 
algo que hoy  prácticamente se ignora. La polla de entonces no tenía nada que
ver con el significado de  morbosas connotaciones por el que ha sido sustituido 
ahora.

El tal Don  Gil era un personaje de relieve (la prueba está  en que tiene dedicada 

una calle) y su nombre  aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad  de 
las revistas del corazón de la época. 
El  hombre se sentía obligado a responsabilizarse de  sus deberes familiares, 
como buen padre. 
Tenía  dos hijas en edad de merecer, feúchas, sin  gracia, y bastante poco 
inteligentes. 
Y se hacía  acompañar por ellas a absolutamente todos  aquellos sitios a los que, 
invitado como primera  autoridad municipal, tenía que acudir. 

-¿Ha  llegado ya D.  Gil?

-Sí, ya ha  llegado D. Gil y, como siempre, viene  acompañado  de sus  pollas.

Mientras D.  Gil se encargaba de atender las numerosas  conversaciones que su 

cargo de alcalde comportaban, sus pollitas iban a ocupar algún  asiento que 
descubrieran desocupado, a esperar a  que algún pollo (o jovencito) se les 
acercase,  cosa que nunca sucedía. 
La situación, una y otra  vez repetida, dio lugar a la asociación mental  de tonto o 
tonta con D. Gil y sus  pollas.

¿Cómo  describir esa circunstancia tan compleja de  estupidez?  Los imaginativos

 y bien  humorados madrileños lo tuvieron fácil: para  expresar la idea de 
mentecato integral e  inconsciente ¡Ya está!: Gil (D.Gil)-y-pollas  
(las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.  
Cundió por todo Madrid, que compuso esta palabra  especial, castiza, nacida en 
la Capital, y después exportada al resto de España,  ganándose a pulso con el 
tiempo el derecho  de entrar en la Real Academia  Española.    

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